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manos, cruzadas sobre la falda, sostie- malista, vieron en la obra una nueva
ne un pañuelo del mismo tono. Los pies afrenta a las convenciones. No obstan-
reposan sobre un escabel. Debajo de él, te, el público la recibió con agrado y las
se extiende una esterilla de tatami. De reproducciones de la pintura comenza-
la pared cuelga una tela japonesa, de- ron a aparecer en las paredes de miles
talles que nos hablan del gusto del au- de hogares europeos y norteamerica-
tor por la cultura de ese país. El cuadro nos. Cuando Ana murió, James mantu-
que adorna la pared es un grabado del vo vivo su recuerdo, cuando renunció
artista titulado “El muelle Black Lion”, a vender el retrato. Finalmente, fue ad-
que se publicó en 1871 como parte de quirido por el Estado francés.
la serie de Dieciséis aguafuertes de escenas En los años más duros de la Gran
del Támesis. Depresión, la pintura viajó a Nueva
La modelo quedó muy satisfecha. York para iniciar, luego, una exitosa
Por fin, la austeridad que tanto había gira por varias ciudades del interior
predicado aparecía a través de la mano del país. La madre del presidente Roo-
de su hijo. Había otro detalle que la en- sevelt, que posó junto a ella, acabó por
orgulleció: James firmó el cuadro con darle el último espaldarazo. El retrato de
sus iniciales en un logotipo con forma la madre del artista, desde entonces, se
de mariposa. convirtió en un ícono indiscutido de la
Los críticos, en cambio, mostraron cultura norteamericana.
su disgusto. De tonos apagados, sin Actualmente, es parte de la mues-
sentimentalismos, en una composición tra permanente del Museo D´Orsay de
que hoy podríamos considerar mini- Paris•

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