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embargo, en pocos meses abandonó el exhibida en el Salón de los Rechazados
empleo. de Paris, causando un verdadero escán-
Finalmente, la rigurosa madre, que dalo. En adelante, la fama no lo aban-
era una mujer sensible e inteligente, donaría.
acabó por reconocer la vocación de su Fue por entonces que sucedió algo
hijo. Pero para ella también el arte re- inesperado. Ana Matilde, agobiada por
quería disciplina, por lo que no cejó en la Guerra Civil, le anunciaba por corres-
el esfuerzo de inculcarle la ética protes- pondencia que había decidido mudarse
tante del trabajo, valor en el que creía a vivir con él.
férreamente. El joven, sofocado por De repente mi madre llega de EE.UU.
las exigencias y atenciones maternas, Menudo jaleo. Tuve apenas una semana
decidió dejar su hogar en Lowell, Mas- para vaciar mi casa y purificarla del só-
sachusetts, para irse a estudiar arte a tano al desván¨, comentó James en una
Paris. Tenía 21 años; ella lo aceptó a re- carta, refiriéndose al suceso.
gañadientes. De su casa salió todo lo que podía
James, lejos de casa, se entregó de resultar ofensivo. Desterró a su aman-
lleno a los placeres, a la pintura y a las te y prohibió la entrada a sus amigos.
tertulias. Trabó amistad con bailarinas Durante más de diez años, madre e hijo
del can-can y se acercó a los artistas más vivieron bajo un mismo techo. Mien-
radicales y progresistas del momento. tras Ana gobernaba el hogar con asce-
Dentro de ese círculo, se estaba rom- tismo y decía sus oraciones a un lado
piendo la convención de pintar temas
bíblicos o clásicos para ocuparse de la de la casa, al otro lado James pintaba
vida de la gente común. La idea se le modelos desnudas, hacía el amor con
pegó y la puso en práctica. Sin embar- su amante y seducía a una criada con la
go, el rechazo de su obra Al piano por el que acabaría teniendo un hijo.
Salón de Paris fue un duro revés para La obra que nos ocupa surgió por
el artista. Herido, se mudó a Londres, esos años. El artista había madurado y
un ambiente que creía un tanto menos estaba buscando, seriamente, su propio
estirado que el parisino. estilo. ¨Quiero que pose para mí. Hace
En su casa de Chelsea, desafió todos tiempo que pretendo y deseo pintar su
los cánones de la sociedad victoriana. retrato¨, pidió a su madre, y ella aceptó
Cobijó allí a artistas de vanguardia, de buen grado.
entre los que había confesos drogadic- Ana Matilde descansa sobre una si-
tos, homosexuales y sadomasoquistas. lla delante de una pared gris. Está de
Como si esto resultara poca afrenta, perfil y muestra, en su rostro, los rasgos
llevó a vivir con él a su joven amante. propios de la vejez. El negro del vesti-
De aquella convivencia surgió La dama do solo es interrumpido por el manto
de blanco, otra de sus obras que, vetada de encaje blanco que le cubre la cabe-
entonces por la academia inglesa, fue za, llegándole hasta los hombros. En las
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